jueves, 7 de febrero de 2013

El as en la manga de un mal menor









La hora del examen se acercaba. ÉL confiaba en aquel minúsculo pedazo de papel en el que había pasado la tarde anterior introduciendo cientos de caracteres microscópicos...su memoria externa. Tal y como había hecho otras veces prefirió dedicar sus recursos cognitivos a estudiar otras materias y jugarse el aprobado con ELLA por el método ojino (ojino que no le pillaran la chuleta). ELLA era una profesora de raza. De esas que gustan de tener buen rollo con los alumnos talentosos, pero con un carácter digno de tener en cuenta. También era un dispositivo avanzado de consumo masivo de nicotina inhalada.
No sabría muy bien explicar qué cojones sucedió durante esas escasas 2 horas, como para que aquella carta a la que había apostado todas sus posibilidades no resultase premiada.  Tampoco sería capaz de asegurar que ELLA, finalmente descubrió su as en la manga, pero hay destellos en mi memoria que avalan esta versión.
Sí, creo q sí. Creo que en un gesto tan sumamente torpe por parte de ÉL como hábil por parte de ella aquel minúsculo papel surgió como de entre los muertos para condenarle a la humillación y el escarnio público de quien es sorprendido en actitud bochornosa (el hombre sorprendido por su mujer mientras mantiene relaciones con el perro que acaba de regalar a su hijo, la mujer que descubre a su vecina mirándola mientras roba ese perfilador de ojos del supermercado...).
De cualquier forma, cuando el precipicio anunciaba una caída estrepitosa, ELLA le ofreció una inesperada rama a la que asirse, en forma de "dame eso y sigue con el examen".
Sólo sé que se le veía nervioso, como si el tiempo fuera descontándole vida con cada golpe de secundero. En esos momentos yo no era consciente de la batalla interna que se libraba en él. De su lucha contra el reloj y contra las miradas inquisidoras de ELLA. En resumidas cuentas, ahora desprovisto de su sofisticado sistema de almacenamiento de datos, trataba de escribir sobre algo de lo que no tenía la más absoluta puta idea y dejó que el tiempo se escurriera entre inhalaciones y exhalaciones. Pero no de esas que completan un circuito con el que el aire se recicla, no. Era un circuito de aire que contenía tanta mala leche que no sabría decir si entraba o salía más cargado cada vez.
Lo que sí sé es que cuando ella lo llamó a capítulo a su despacho para sonsacarle si su horrible examen y caligrafía australopitecina se debían a un posible consumo de "anfetas" el chico que volvió a clase no era el mismo que salió de la misma 20 minutos antes. De hecho, en esos momentos no sabría decir si aquello que volvió era un chico o un tiranosaurio rex poseído por el king kong más contrariado que se pudiese imaginar.
Todo en él era indignación y estupor psicopático. ¿Cómo podía ELLA haber insinuado tal cosa? ¿Cómo podía NADIE NUNCA insinuar tal cosa sobre él? ¿Cómo podía alguien ser tan insensato de levantar semejante falso testimonio que pudiese llegar a oídos de sus padres? Continuaba hablando solo, ignorando todas las voces que alrededor trataban de tranquilizarle y quitarle hierro al asunto. Hablaba solo y fijaba la mirada en un punto, casi como si pudiera atravesar las paredes con su visión de energía nuclear destinada a llegar hasta donde estaba ELLA y hacerla estallar en 1000 pedazos.
Creo que ese día se fue antes de tiempo sin dar explicaciones.
Creo que sí.
Definitivamente no fue su mejor día...